EL
FUNCIONAMIENTO DE LA CADENA DE MANDO EN TIEMPOS DE RÍOS MONTT
Uno de los
argumentos fundamentales que llevaron a la condena de Ríos Montt es el de la
cadena de mando. Bajo ese supuesto, dentro del ejército, ningún subalterno
mueve un dedo sin que se derive de las órdenes que han venido de un superior y
existe una jerarquía que llega hasta el comandante supremo, quien al final de
cuentas dicta las órdenes y a la vez recibe los informes de sus subalternos
sobre el cumplimiento de esas órdenes.
Lo que más me
ha sorprendido es que algunos militares extranjeros la han descrito como si los
militares fueran robots programados para hacer únicamente lo que se les ha
dicho y que de manera automática generan
bitácoras de su actuación.
En primer
lugar hay que recordar que en tiempos de Ríos Montt se rompió la estructura de
mando del ejército como resultado de que el movimiento que derrocó a Lucas fue
organizado por los llamados “oficiales jóvenes”. El mismo Ríos Montt declaró al
final de juicio que él fue el tercer oficial de alta jerarquía al que llamaron
para hacerse cargo del gobierno, ya que los anteriores no habían aceptado.
Considero que con esa confesión queda claro, para aquellos que conocen cómo se
manejan las cosas dentro del ejército, la crisis que se desató dentro de sus
filas: tenientes y capitanes tomaron el mando, un oficial retirado fue llamado
y aceptó ser la cabeza visible del nuevo gobierno. ¿Por qué y para qué lo hizo?
Él dio su versión. He escuchado otras, incluso de oficiales que le acusan de haber
traicionado al ejército para satisfacer su deseo de gobernar, deseo que había
quedado truncado en 1974.
Ahora bien,
¿era realmente él el que gobernaba? Aparentemente no. Aparentemente le pasó lo
mismo que a Méndez Montenegro en 1965. Según se dice había una junta de
comandantes que retuvo el poder para manejar las operaciones militares, quienes
ni lo tomaban en cuenta (es decir, ni le solicitaban órdenes ni le comunicaban
lo que realmente estaba pasando). Tal vez
eso aclara esa aparente contradicción entre las masacres que ocurrían en el
altiplano y los mensajes moralistas del Jefe de Estado y su grupo de asesores
(con quienes compartía las mismas creencias religiosas) quienes, con toda la
buena voluntad del caso, atendían a los refugiados en las aldeas modelo
controladas por el ejército bajo el programa de Fusiles y Frijoles.
Entonces,
¿podemos afirmar que Ríos Montt es inocente? Olvidemos por un momento si el
delito es genocidio o crímenes contra la humanidad, olvidemos por un momento si
estos son crímenes que pueden ser juzgados por los tribunales guatemaltecos, lo
que no podemos olvidar es que están debidamente comprobadas las masacres
ocurridas en el tiempo que él estuvo al frente del gobierno cuando proclamaba a
los cuatro vientos su lema de “No miento, no robo no abuso” y que él,
libremente aceptó las condiciones que se le pusieron para ponerlo al frente del
Gobierno. Juzgue el lector si él es culpable o no de lo que ocurría en esos
días.
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