EL PERDÓN COMO
MEDIO DE RECONCILIACIÓN
Dentro de las
compensaciones que se han determinado luego de concluir el juicio es que
ciertas autoridades deben pedir perdón por los hechos ocurridos en el Triángulo
Ixil. De nuevo, tengo que cuestionar lo que se ha ordenado.
Si partimos de
la base que efectivamente en esa región ocurrieron crímenes contra la
humanidad, que allí habían dos grupos en abierto enfrentamiento y que muchos
inocentes cayeron víctimas de los excesos de esos grupos, hay una
responsabilidad compartida por todos. No deberían ser ciertos funcionarios,
quienes pidan perdón. Debería ser el Presidente de la República, como
representante del Estado, quien tendría que reconocer que la culpa de lo que
allí ocurrió, porque fue precisamente el Estado el que falló en proporcionar
seguridad a sus ciudadanos, en proteger su vida.
En un mundo
ideal, el ejército y la guerrilla deberían presentar sus disculpas. Ordenar que
solo los representantes de uno de los bandos sea quien pida perdón es, en el
fondo, señalarlo como único responsable de lo ocurrido. Es poner a la defensiva
a los que han pertenecido a ese grupo y a sus simpatizantes, es seguir avivando
la hoguera de resentimientos.
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