EL QUE ESTÉ
LIBRE DE PECADO QUE LANCE LA PRIMERA PIEDRA
Eriza la piel
el leer algunas comunicaciones que se han publicado en estos días. Dicen que no
fueron cientos de miles los caídos durante la guerra interna, sino “solo
treinta y siete mil”, o que porqué se habla tanto de los indígenas masacrados y
no de los trescientos y pico militares caídos en combate.
¿En dónde está
la humanidad de las personas que usan estos argumentos para descalificar las
justas demandas de los sobrevivientes a esta carnicería que desangró nuestro
país?
No es un juego
de estadísticas. No se trata de compensar trescientos militares contra cien mil
indígenas y decir “quedamos tablas”. Son
vidas humanas por Dios. Cada una de ellas tenía el derecho a vivir, derecho que
el Estado falló en protegerle.
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