sábado, 18 de mayo de 2013

LA GUERRA DE GUERRILLAS EN GUATEMALA


LA GUERRA DE GUERRILLAS EN GUATEMALA

Un aspecto que a muchos escapa es que el enfrentamiento en Guatemala no tuvo las características de una guerra convencional.  Desde los tiempos de la guerra en China, y sobre todo luego del triunfo de la revolución cubana y el fracaso estadounidense en Vietnam, el concepto de moda era la guerra de guerrillas. No se trataba de cumplir con “reglas”, más bien la única regla a seguir es que no hay reglas. La movilización constante, los ataques sorpresa, el “mimetizarse” con la población civil, el provocar el mayor número de bajas en el menor tiempo posible, el no tomar prisioneros, eran algunas de sus características, así como una delegación completa de la responsabilidad operativa en los comandantes de patrulla. Los ejércitos “convencionales” aprendieron de la manera más dolorosa que todas las estrategias de la época napoleónica o de las grandes batallas de la segunda guerra mundial eran completamente inútiles ante ese enemigo invisible que golpeaba dónde menos se le esperaba y que era imposible de identificar. Sin que se quiera hacer una apología de la guerra, se pasó de una contienda con ciertas normas de actuación (las regidas por la convención de Ginebra) a una guerra sucia, en la que prácticamente todo era válido.

Como ya he mencionado antes, ambos bandos contaron con la asesoría de veteranos de Vietnam de manera que acá puede observarse una réplica, en pequeño pero más salvaje, de la manera cómo se combatió allá, siendo la mayor variante el que no se logró una movilización total de la población civil en las áreas controladas por la subversión en contra del ejército. Sin embargo sí hay testimonios de aldeas que se convirtieron en mortíferas trampas para las tropas del ejército, lo que a mi modo de ver, creo la falsa impresión de que todas las aldeas y todos los pobladores del área estaban involucrados en la lucha armada.

Cuando el ejército lanzó su ofensiva provocó una huida masiva de campesinos.  Estos campesinos, que muchas veces eran mujeres, ancianos y niños, no tenían nada que ver con la guerrilla organizada, pasaron años escondidos en la selva. Al tener que estar en constante movimiento para no ser localizados por las patrullas o las aeronaves que rastreaban el área, les era imposible tener cultivos de maíz o frijol para su sustento diario, tampoco tenían dinero para comprar sal, medicinas o ropa, de manera que se constituyeron en legiones de seres humanos vagando desnudos, desnutridos y enfermos, sin que nadie velara por ellos. Se habla de miles que murieron cuyos cadáveres quedaron regados en la selva.

Por otro lado, el arma preferida de las patrullas de la guerrilla que quedaron para enfrentar al ejército fueron las emboscadas. Generalmente detonaban minas claymore al paso de las tropas, y aprovechaban el desconcierto para atacar con fuego de fusilería y granadas, teniendo como objetivo primario el acabar con los oficiales al mando.  Cabe recordar que dada la estructura de las unidades guerrilleras y su necesidad de una constante movilización, no tomaban prisioneros. En la práctica esto significaba que, si tenían el tiempo y el comandante de esa unidad así lo consideraba, aniquilaban a la patrulla completa y se apropiaban de su equpo.

Otra de las tácticas guerrilleras era el ataque nocturno a los destacamentos avanzados de combate del ejército. En realidad no se necesitaba de muchos hombres para hacerlo, más bien eran acciones de hostigamiento para mantener a los soldados en tensión, impedirles dormir y debilitar su moral.

Se sabe de patrullas guerrilleras que se ponían uniformes militares para atacar poblados que no los apoyaban. También se sabe de patrullas militares que se disfrazaban de guerrilleros para atacar poblados que suponían simpatizaban con la guerrilla.

He mencionado estos ejemplos para poner en contexto un enfrentamiento en dónde no habían protocolos de conducta ni reglas. Lo que lógicamente propició un salvajismo pocas veces visto y que dificulta señalar con claridad quién fue culpable de qué.

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