LAS TRES
ETAPAS DE LA SUBVERSIÓN EN GUATEMALA (parte II)
Segunda etapa. Los estrategas de la guerrilla concluyeron que se
había cometido un error fundamental al asentar los primeros campamentos en el
oriente del país, una región tradicionalmente ladina y afín al anticomunismo
(vale la pena recordar que allá fue la cuna de la Liberación, el movimiento que
derrocó al presidente Arbenz en 1954). Al volver a la capital buscaron nutrirse
con dos de las fuentes principales de apoyo a este tipo de movimiento, los
estudiantes y los obreros. Ya en este momento, la dirección estaba en manos de
civiles con una fuerte preparación ideológica obtenida en Cuba, Rusia y otros
países detrás de la cortina de hierro.
Conscientes de
que su poder de fuego era muy débil para enfrentar directamente a las fuerzas
de seguridad del gobierno, buscaron en el terror la manera de hacer sentir su
presencia. Estos años (aproximadamente desde 1968 a 1976) caracterizados por
atentados con bombas, sabotajes, secuestros para obtener recursos, para lograr
la divulgación de comunicados o para intercambiar rehenes por correligionarios
capturados y asesinatos de personas notables (periodistas, empresarios, incluso
los embajadores de Estados Unidos y Alemania).
El terremoto
de 1976 fue un parte-aguas en el conflicto, ya que si bien continuaron operando
los grupos urbanos clandestinos, la atención se dirigió al interior, esta vez
el occidente, en la región del altiplano, en dónde la pobreza era y sigue
siendo más notable.
A fines de la
década de los setenta los servicios de inteligencia del gobierno lograron
desmantelar varias casas de seguridad de la guerrilla en la capital, lo que
puso final a esta etapa.
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