PUEBLO QUE NO
RECUERDA SUS ERRORES ESTÁ CONDENADO A REPETIRLOS
Respeto a
aquellos que defienden la posición de que debemos cerrar el capítulo del
enfrentamiento armado y que debemos ver hacia adelante, que lo importante es
construir un mejor futuro para todos. Lo respeto pero no lo comparto.
Si toda esa
sangre derramada durante tantos años hubiera servido para cambiar algo en
nuestro país, habría al menos un argumento para aceptar la premisa anterior,
pero lamentablemente ahora estamos peor.
Ni han mejorado
las condiciones de vida para la inmensa mayoría de nuestra población, ni el
Estado está cumpliendo el papel que le asigna la Constitución, tampoco se
respeta el derecho humano a la educación, la justicia y el trato digno.
Seguimos divididos, seguimos confrontados, seguimos viendo solo por el derecho
a nuestras narices alimentando con todo eso las probabilidades de que, en un
futuro cercano llegue a ser tanta la presión que volvamos a lo mismo: hermanos
matando hermanos en una orgía de sangre en dónde todos salgamos perdiendo.
Y lo que es peor.
Hemos perdido nuestra capacidad de sentir. Sentir el dolor ajeno y de
solidarizarnos con quienes lo sufren. Los periódicos publican a diario la lista
de los fallecidos por la violencia y a muchos nos preocupa más leer que Messi
tiene una lesión que le impedirá jugar las próximas semanas o que ya no se
harán más películas de Iron Man. ¡Por Dios!
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