lunes, 13 de mayo de 2013

GENOCIDIO PARA DUMMIES


GENOCIDIO PARA DUMMIES

“La intención de acabar (destruir) a una etnia…”

Si partimos de esta definición, caeremos en la paradoja de quién fue primero, ¿el huevo o la gallina?

Es curioso que se haya escogido a los ixiles para demostrar la tesis. Y digo curioso, porque probablemente fue la región en dónde la guerra se vivió con mayor intensidad.  Allá hubo poblados que abiertamente simpatizaron con la guerrilla, así como otros que se pusieron del lado del ejército y aportaron voluntarios a las mal afamadas PAC. También fue donde el EGP y el gobierno quisieron probar sus estrategias para ganar adeptos o para aniquilar a aquellos que se negaban a colaborar. El triángulo ixil quedó bañado en sangre, no quiero ni imaginar los sufrimientos que pasaron allí, los que murieron y los que sobrevivieron. Apenas se escuchó una pequeña parte en las declaraciones que hubo durante el juicio cuando los invisibles se atrevieron a materializarse para contar aquello que les marcó la vida para siempre.

Que hubo muerte, hubo muerte. Que tanto el ejército (hablemos genéricamente, no necesariamente me refiero a toda la institución), como la guerrilla tienen las manos manchadas de sangre, es algo que no se puede negar. Fue un territorio donde por años la muerte sentó sus reales.

Es importante tener claro que la guerrilla quería declarar esas áreas como territorio liberado, sin que esto signifique que todos los que la habitaban fueran sus simpatizantes, muchos eran rehenes o víctimas de su ignorancia que creyeron en las promesas de tener una vida mejor que la que llevaban tras siglos de explotación.  Es importante tener claro que muchos religiosos, tal vez de buena fe, se prestaron a difundir ese mensaje de “liberación”, y que con ello abrieron la puerta a una feroz persecución que cobró la vida de decenas de ellos. También es importante tener claro que el ejército, antes de que Ríos Montt asumiera el gobierno, ya había definido una estrategia para quitarle el agua al pez (siendo el agua la población que los protegía y el pez, las fuerzas subversivas), y que en vista de que era difícil diferenciar a los indígenas comprometidos con la guerrilla, de los que no, se les dio varias oportunidades para que salieran de allí hacia áreas bajo la protección militar, algo que muchos no aceptaron por miedo a perder lo poco que tenían, por temor a que el ejército los matara (como les decían los guerrilleros que iba a pasar) o porque creyeron que la guerrilla los iba a proteger.  Los jerarcas militares, una vez vencidos los plazos procedieron con una política de tierra arrasada similar a la que usaron las fuerzas de Estados Unidos en Vietnam (había muchos boinas verdes, veteranos de esa guerra, como asesores del ejército en Guatemala, así como había muchos veteranos que habían combatido con el Vietcong, asesorando a la guerrilla o a los poblados que estaban con ellos). En ese momento la definición de enemigo fue: todo aquel que siga en los territorios que ha controlado la guerrilla.

No se hablaba de combatientes, ni de ixiles o de cualquier otra etnia. Se presumía que si estaban allí, era porque simpatizaban con la guerrilla y por lo tanto eran enemigos a los que había que liquidar. Las fuerzas organizadas de la guerrilla, mientras tanto, al ver la potencia del ataque militar se retiraron dejando a los poblados a merced de los militares.

Esa es la realidad, le duela a quien le duela. Los dos bandos obraron mal, los dos bandos calcularon mal y los dos bandos son responsables por los miles de muertos que dejó la ofensiva militar.

Pero lo que nos interesa analizar es si esto, por salvaje que haya sido y aunque los muertos hayan sido miles, puede catalogarse de genocidio o no.

Déjenme ponerles un ejemplo que ya ha sido juzgado: el caso de las Dos Erres en el Petén. Esta comunidad fue literalmente borrada del mapa por el ejército, está debidamente documentado, hay testigos, incluso exmilitares que participaron en el hecho, que han confesado lo que pasó. ¡En esa masacre  no murió ni un indígena porque todos los pobladores de las Dos Erres habían emigrado del oriente del país! Ni por asomo se le ocurrió a alguno de los acusadores el enarbolar la palabra genocidio en este caso. Pero si analizamos lo que pasó allí fue que el oficial al mando de la tropa atacó porque presumía que los habitantes del lugar colaboraban con la guerrilla.  ¡Es lo mismo que ocurrió en el triángulo Ixil!  Entonces, ¿Por qué en un caso si es genocidio y en el otro no?

Durante la segunda guerra mundial, los aliados borraron del mapa ciudades enteras de Alemania, se dice que causaron más de un millón de muertos en esos bombardeos. En algunos casos eran ciudades abiertas (es decir, que no contaban con fuerzas militares que las defendieran). Al final de la guerra destruyeron dos ciudades japonesas con bombas atómicas. Sin embargo, aún con lo horroroso que esto fue, nadie ha osado enarbolar la palabra genocidio para bautizar lo que ocurrió allí. Eran civiles que estaban en territorio enemigo, y se atacó el territorio enemigo, ni siquiera para destruir objetivos militares. Se atacó para forzar la rendición de los alemanes y los japoneses, pero no había la intención de acabar con la raza alemana o japonesa por sangrienta e inhumana que haya sido la medida.

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